viernes, 26 de septiembre de 2008

ARMADA 2



Trafalgar, un viraje de la Historia. Inglaterra controla y domina los mares.

La Batalla Naval de Trafalgar (21 de Octubre de 1805) vino a testimoniar definitivamente la supremacía naval británica. Una superioridad que de hecho Inglaterra aseguraba poseer desde los yá lejanos tiempos de la Armada Invencible y que ahora con esta brillante victoria, quedaba totalmente confirmada. Ya nadie podría, a partir de ese notable acontecimiento y en ningún lugar del mundo, cuestionar o poner en duda la grandiosidad , la eficiencia y el gran poder combativo de la Armada Británica. Gobernaba en Inglaterra el Rey Jorge III de Hannover (1760-1820)
Sus mas cercanos y poderosos adversarios , España y Francia quedaban humillados conjunta y simultáneamente , minimizados y maltrechos de manera muy perceptible, sin considerar otras armadas mas pequeñas , como la holandesa que en algún momento fué poderosa y pretendió desafiar a los ingleses, ni hablar de la danesa, la rusa o la sueca, tampoco de la Armada Portuguesa , la Armada Turca o la Armada Austríaca, todas ellas muy importantes en su tiempo y lugar. De Trafalgar en adelante, Inglaterra dominaría los mares y aplicaría sobre ellos, unilateral e indiscutiblemente , su muy británica ley y voluntad(*)
Aún cuando las principales potencias europeas de la época, vale decir España, Francia y Holanda llegaron a construír flotas importantes y poderosas, raramente fueron éstas capaces de igualar el toque maestro y la veteranía de las tripulaciones británicas.
Esa superioridad manifiesta de la Armada Británica al compararla con aquellas otras, dependía de diversos factores, uno: los ingleses pasaban mucho mas tiempo en el mar que sus contemporáneos de otros países, para ellos el mar constituía su natural entorno y el buque era su casa permanente. Los marinos ingleses estaban mejor alimentados, mejor atendidos y tratados como personas, destacándose dentro de la profesión según los méritos acumulados y casi nunca por la posición social que se ostentara. Lo mismo- por contraste- no sucedía en el ejército inglés de la época, allí algunos grados, títulos y dignidades podían adquirirse por dinero, con la peregrina excusa de que los ricos y aristócratas eran personas de calidad superior y con serlo así se garantizaba la pureza clasista de los mandos. En la historia, los ingleses otorgaron al capitán de un buque una autoridad indiscutible y casi absoluta. Sin importar el rango que tuviesen los demás personajes embarcados , inclusive el Almirante jefe de la propia flota (tratándose de un buque insignia), la autoridad abordo era su capitán y cualquier órden debía emanar de él o a través de él. Las responsabilidades del Almirante estaban en el comando colectivo de la flota, es decir de todos los buques juntos, pero no debía bajo ningún argumento inmiscuírse en el gobierno particular del buque que él mismo había escogido como sede. El comandante de un buque donde operara un Jefe de flota o de escuadrón, se llamaba "Capitán de Bandera"y serlo por decisión de su Almirante o Comodoro era un honor muy elevado, además de tener derecho a una paga superior por esta especial circunstancia. Lo mismo no sucedía en otras Armadas. Allí los nombramientos eran a veces dados por favoritismo, nepotismo o fraude, por posición social o por compra pura y simple, sin tomar demasiado en cuenta la competencia que se tuviese para desempeñar un cargo. Bastaba con buscarse a un subalterno que supiera hacerlo y llevarlo como asistente. La solución era práctica pero era inmoral, el efecto del liderazgo se dañaba totalmente , por eso se llegaron a perder muchos combates. Un almirante "político"que por ignorancia o por incapacidad descuidara sus tareas en la batalla, era aborrecido por sus capitanes sobordinados. Muy pronto aprendieron otras Armadas, aquella magistral disposición de los marinos ingleses. Procedieron a adaptar sus costumbres y tradiciones a las existentes en la Armada Británica y desde entonces las cosas comenzaron a funcionar mejor. Las tradiciones navales heredadas, se conservan intactas hasta hoy día en todas-literalmente en todas- las Armadas del mundo.



(*) Las leyes británicas de navegación (Acts of Navigation). Con el propósito de proteger al propio comercio marítimo, fueron éstas una serie de leyes restrictivas al intercambio comercial entre buques extranjeros y los puertos de Inglaterra o de sus colonias. Esas restricciones fueron a su vez las causas de las guerras anglo-holandesas y de la guerra de independencia norteamericana, entre otras. Su aplicación radical dió un impulso muy poderoso a las marinas mercante y de guerra , también al engrandecimiento del propio imperio británico.

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