jueves, 1 de abril de 2010

ARMADA 82











Los seiscientos de Mac Gregor.El problema de la comida.

Otro gran problema por analizar era la comida. Una columna de tropas que se consideraba perseguida de cerca por los españoles, no podía darse el lujo de detenerse a cocinar . No por mucho tiempo. Y..¿ cocinar que?. Aparentemente, no llevando consigo el “tren logístico” no tendrían disponibles los varios quintales de comida que se necesitaban cada día para alimentar a 700 personas. No existían en el llano- como ahora- grandes cosechas de mango en julio y en agosto, que habrían servído para medio resolverse. En esa época (1816) los mangos todavía no habían sido introducidos en América. Lo hicieron los ingleses años más tarde transplantándolos desde la India. (Por eso es que algunos sostienen que Bolívar no comió mangos). Se supone entonces que las tropas en marcha debían practicar la rapiña pura y simple para subsistir. Como venían armados y con alguna “fama de matones”seguramente arrasaban a la brava con todos los víveres que encontraban en los pueblitos de su tránsito. Confiscadores de pulperias en nombre de la República. Algunos comandantes por pura formalidad pretendían extender supuestos pagarés, que firmaban ceremoniosamente,dizque para ser cancelados algún día al terminar la guerra. Nadie, ni ellos mismos creían en esas promesas, eso era simplemente un papel que no valía ni medio centavo macuquino(*** ). Por eso los habitantes gritaban despavoridos “a esconderse que vienen los chucutos” que era precisamente como llamaban a los patriotas en esos primeros días de la guerra de Independencia. (Nadie los llamaba “patriotas” sino ”insurgentes perversos”, “rebeldes infames”, “renegados”, “bandoleros”, “puercos revoltosos” y cuanta palabra despectiva pudieran inventar).Pueblo que era pasado,pueblo que era literalmente arrasado.
Así es como se hacía la guerra en ese tiempo. No se salvaba ni el cura.
Lo malo de todo esto, es que esos pueblos del interior eran demasiado pobres, y algunas veces era demasiado menguado lo que de ellos se podía rapiñar. Algunos sacos de arroz sin trillar, pescado salado traído de Marigüitar, tal vez unos “tercios” de papelón de Cumanacoa, algúnos rollos de pabilo encerado y "barretas de cebo e’flandes” (**) para suavizar con ellos las sogas de enlazar. Alpargatas si se podían conseguir en todas partes.

La historia del casabe.
En los llanos poco se consumía el“casabe”(*), éste era un invento ancestral de los indios de Guayana, y los llaneros solían asegurar que esa “vaina” era veneno,porque la yuca amarga mataba a los cochinos que se atrevían a comerla. Además Guayana quedaba muy lejos todavía para proveerse de dicho artículo en cantidad apreciable. (Sin embargo este renglón se popularizó con el tiempo y constituye hoy en día un apreciado suplemento alimenticio. Al casabe se le reconoce, como uno de los grandes factores en la civilización de Guayana en el siglo XVIII ).
Lo que si era un tiro fácil eran los becerros de los hatos llaneros, además de algunos cochinitos, chivos, pavos y gallinas secuestrados como quien no quiere la cosa. Lo malo es que no existían tantos hatos como se pudiera creer y los dueños de ellos que no eran tontos, escondían el ganado bien lejos cada vez que tenían noticias de la aproximación de las tropas, fueran éstas patriotas o realistas. Todos rapiñaban por igual.
Se popularizó mucho un término : “forrajear”, es una palabra castiza que utilizaban en la caballería desde los tiempos de Napoleón. Significaba la salida de soldados a recorrer las regiones cercanas a los campamentos y a las rutas de marcha para encontrar y recoger forraje con que alimentar a los caballos. Sin embargo se aceptaba que “forrajear” era también arrasar con todo aquello que pudiera servir para alimentar a los soldados mismos. Ser “forrajero” en el ejército llegó a tener la misma importancia que hoy tiene el ecónomo de un batallón,y a los soldados les encantaba ser designados para esa tarea.
Lo que más se podía encontrar en esos lugares del llano adentro, era pobreza y hambre hereje, una tierra estéril donde muy poco se cosechaba, y nadie quería sembrar, excepto algunas tristes matas de yuca y de cambur topocho. Esas comarcas estaban yá arruinadas por la guerra y diezmadas por el paludismo, la anemia y la fiebre tifoidea..
Conseguir caballos era más difícil aún. Por ser los caballos un instrumento importante para montar las tropas llaneras, éstos animales tenían mucha demanda y eran muy pocos los que todavía se podían encontrar sin uso. Y aquel individuo que tenía un caballo- su único medio de transporte- pretendía venderlo demasiado caro, o prefería esconderlo muy bien para que no cayera en manos de los saqueadores. Un caballo cerrero no era de mucha utilidad, era necesario amansarlo,domarlo, doblegarlo y disciplinarlo; lo que requería tiempo,dedicación, mano suelta, "agallas" y experiencia. Luego equiparlo con silla y arreos que tampoco abundaban.Para los llaneros, estas últimas exquisiteces no eran indispensables. Montar en pelo, sin estribos y sin riendas, agarrados de la crin o las orejas era la mejor demostración del "verraquismo" militar. Lo importante era poner la lanza en la barriga de un godo, o en el pescuezo de un toro bravo.

Los seiscientos de Mac Gregor. Los problemas de sanidad en campaña.

Otro gran problema que debía afrontar la división en marcha era el de la salud. Que hacer con los enfermos que seguramente se multiplicaban cada día. Una tropa formal debía mantener dentro de su organización, aquel personal adiestrado y los elementos necesarios para atender a los enfermos. Entre la plana mayor de cualquier agrupación militar figuraba un oficial médico, conocido como el “cirujano”, quien secundado por un grupo de “enfermeros o sangradores” asumían la responsabilidad de clasificar y tratar a los enfermos de acuerdo al grado de sus dolencias. En toda acción de guerra suelen haber heridos, probablemente muchos de gravedad, por esa razón se debe contar con equipos apropiados para que el cirujano pueda aplicar las curas convenientes, algunas de necesidad extrema. Amputaciones por ejemplo solían practicarse a sangre fría en el campo de batalla y los heridos eran recogidos por”cuerpos de ambulancia” y centralizados en un llamando ”hospital ambulante” que la unidad activaba previamente a la acción. En los campamentos o vivaques se instalaba algunas veces el llamado “hospital sedentario” que contaba probablemente con mayores recursos. En el caso de la División del Centro, esa que ahora nos ocupa, debemos suponer que a lo largo del camino se habrían presentado muchos casos de enfermedad, desde los heridos en combate, pasando por los contagiados por el paludismo y otras “fiebres perniciosas” como se les llamaba comunmente. Sin contar con otro tipo de accidentes, tiros,fracturas, lujaciones, disentería, desnutrición, anemia, infecciones de todo tipo,catarro, dolores reumáticos, dolores de muela,sabañones, uñas encajadas, ampollas, mordeduras de culebras y algunas veces hasta el miedo hereje, que a veces se conviertía en enfermedad incontrolable.
La pregunta obligada es: que hacían en la División del Centro con esos enfermos? Tenían con ellos un médico y algunos enfermeros o acaso optaban por abandonarlos a su suerte a la orilla del camino,o tal vez los transportaban en parihuelas (hamacas) para dejarlos en el pueblo mas cercano a la buena de Dios y de los curanderos.? ¿ Les suministraban remedios? ¿ O simplemente los dejaban morír de mengua, para enterrarlos al pié de cualquier chaparro sabanero?. Los documentos existentes no hacen mención a estas interrogantes. Aparentemente las pocas bajas que aparecen reportadas en los boletines, fueron producidas en pleno combate por la acción del enemigo y nada adicional se dice al respecto.
Es muy probable que los muertos por negligencia médica, por accidentes o por mengua, fueran achacadas a los realistas. En esa forma los oficiales no tendrían que estar levantando informes engorrosos.
Capellanes no habían muchos en ese tiempo. Los patriotas desconfiaban un poco de ellos, simplemente porque casi todos los curas eran españoles de verdad verdad y el que no lo era, lo parecía y se comportaba igual.

(*) El casabe,es uno de los grandes civilizadores de Guayana. Cuando los misioneros capuchinos de Cataluña se metieron de lleno en la inmensidad de ese territorio desconocido, lo único que tenían para alimentarse era casabe y carne de cacería o de pesca. Sin ambos recursos no habrían podido fundar pueblos y misiones. La carne sin casabe es indigesta.Los indios elaboraban el casabe en todos los lugares al sur del Orinoco. Después del casabe, el segundo civilizador fué el machete y en tercer lugar el soldado pionero. En ese mismo órden.Los misioneros llevaron siempre con ellos una pequeña escolta de soldados para su protección.
(**) No sabemos si el "cebo de Flandes" existe todavía.Lo que sí sabemos es que en el siglo XVIII y XIX era de consumo obligatorio en la provincia.Era una panacea. Además de usarlo para suavizar los cueros de ganado para fabricar sogas, lo usaban las esclavitas de la época para alisar sus rizos un tanto rebeldones. Y también para hacer cataplasmas cuando alguien tenía fuertes ataques de asma pectoral o tos perruna. Igualmente era indispensable el susodicho cebo, para todas esas necesidades lubricantes que se presentaban monte adentro, y que hoy son facilitadas por vaselinas, cremas y lociones multi-usos. Ablandaba los tumores, prevenía las enfermedades venéreas, quitaba los males de ojos y servía además para pulir las botas y los zapatos de los coroneles, generales y jefes civiles..(De coronel para abajo las pulían con bosta de vaca untada en una esponja seca de "lavaplatos" o "paishte").
En realidad el sebo venía de Flandes introducida por los contrabandistas holandeses procedentes del Esequibo y de las islas caribeñas de Saba y San Eustaquio. Generalmente eran compradas por los pescadores margariteños mar afuera e introducidas en tierra firme a través de los puertos de Píritu, Barcelona, Carúpano y Angostura. Con el pasar del tiempo, no solo compraban sebo los pescadores, sino esa bebida rara que llamaban "whisky" y cigarros olorosos a mentol, procedentes de Trinidad y Barbados. Aquellos artículos se vendían como pan caliente y eran mejor conocidos como "alijos navegaos" por los guardacostas de la época.

(***)El dinero circulante era escaso. Se aceptaban monedas españolas, monedas inglesas, francesas y norteamericanas. Tambien existían las llamadas "macuquinas", que eran trozos de metal (oro o plata)sin forma específica,a los que se agregaba un troquelado que señalaba su valor. Estas últimas tenían preferencia porque su valor intrínseco estaba representado en el peso del metal conque estaban fabricadas. Muy pocos se atrevían a falsificarlas, porque hacerlo era penado con la muerte.
.

No hay comentarios: