miércoles, 31 de marzo de 2010

ARMADA 81

Los seiscientos de Mac Gregor.<>El combate de Quebrada Honda.
Por fin, el día 2 de agosto la división pudo percatarse de que estaba siendo alcanzada por una columna combinada de caballería e infantería(comandada por el mismo coronel Juan Nepomuceno Quero, el derrotado en Onoto)que estuvo avanzando en marchas forzadas.
Contra esta persecución, los patriotas decidieron preparar un bloqueo táctico en el paso difícil de la llamada Quebrada Honda,(un punto crítico).No fué técnicamente una emboscada, porque faltó el elemento sorpresa, el enemigo sabía de antemano lo que tenía adelante y aceptó las consecuencias.
La retaguardia –el batallón de "Cazadores"-y los "Dragones",se opusieron al cruce del enemigo apoyándose con el batallón "Barlovento" al mando del teniente coronel Judas Tadeo Piñango, que después de cruzar la hondonada, procedió a adoptar su formación de combate, en espera del grueso realista que se aproximaba.
En las maniobras que siguieron, los realistas fueron superados y terminaron sumergidos en una completa debacle. Se les pudo tomar mas de doscientos caballos ensillados,todos sus pertrechos y equipajes,además de noventa prisioneros. Fué este un botín muy importante, que por supuesto se aprovechó de inmediato para paliar las urgentes necesidades de la división.Los patriotas por su parte sufrieron daños leves,solamente 23 bajas entre muertos y heridos. Al día siguiente (3 de agosto de 1816) se pudo continuar la marcha.Los prisioneros, después de despojados de sus armas, pertrechos y monturas, fueron dejados en la retaguardia,a su libre albedrío. Retener a los prisioneros habría sido un esfuerzo adicional, que la división no estaba en capacidad de asumir.

Incorporación de Zaraza y Monagas a la División del Centro.
A la entrada de Santa María de Ipire,la división se encontró con la caballería del general Zaraza. Sin hacer mayores cambios en el dispositivo, continuaron juntos la marcha y el día 10 de agosto se produjo por fín la llegada a San Diego de Cabrutica. Se habí cubierto una distancia superior a las 150 leguas en largas jornadas de marcha,soportando penurias y viviendo escasamente de lo que se pudiera encontrar en el camino.
Lo importante es que la misión estaba cumplida. Días mas tarde de la llegada a ese punto,se pudo concretar la integración de los cuerpos de caballería de Monagas y Zaraza con la División del Centro, cumpliendo así con las órdenes previas del Jefe Supremo.

Analizada con detenimiento,la marcha de la División del Centro desde las costas de Choroni hasta la muy remota localidad de San Diego de Cabrutica, allá abajo muy cerca del río Orinoco, habría sido una hazaña de grandes méritos, si se hubiera ejecutado en condiciones normales de guerra. Pero la magnitud de esta hazaña en particular debe multiplicarse por diez, considerando los siguientes aspectos:
Primero, que la operación fue iniciada sin preparación previa, en circunstancias casi imprevistas, ejecutada bajo presión y tal vez con demasiado apresuramiento. Surgió como la única alternativa a tomar ante un fracaso reciente. Más que un ataque contra un enemigo imaginario, parecía mas bien una huída hacia adelante, sin objetivo ni concierto tácticos. Recuérdese que eran aproximadamente 600 hombres de "infantería" llamadas así no tanto por su preparación combativa sino porque debían obligatoriamente desplazarse a pié. Además, se contaba con unos 30"dragones" que en teoría debían operar a caballo, aunque se duda que–al menos en las primeras etapas-hubiesen tenido caballos que montar. Es dudoso que en Choroní,en plena orilla del mar y al borde de una inmensa cordillera,se hubiesen podido conseguir suficientes caballos,(o burros y mulas ) incluso para montar a los oficiales superiores.
Se supone que tanto esa infantería como esos dragones carecían del más elemental adiestramiento de combate. Recuérdese que la mayoría de ellos eran individuos traídos desde Haití,de Margarita y de Carúpano, embarcados sin clasificar y seguramente en condiciones muy penosas en buques pequeños, incómodos, atestados de gente y de carga bruta mal estibada. Desembarcados desordenadamente en una playa desconocida, hambrientos, cansados y desorientados ante las órdenes de oficiales igualmente agotados y confundidos, para de pronto tener que comenzar a marchar en montonera hacia una dirección incierta, después de habérseles entregado un mosquete que a lo mejor muchos no sabían ni siquiera como manejar. (Manejar un fusil en ese tiempo era un proceso trabajoso,de muchos pasos, que requería un preciso aprendizaje y mucha ejercitación) (*).

Los problemas logísticos.
Lo más complicado de todo há debido ser la solución de los problemas de aprovisionamiento y suministros para las tropas. Problemas logísticos se llamarían hoy en día. Porque alimentar 700 hombres todos los días y varias veces al día es un asunto indispensable y de marca mayor. Si el ejército no come, entonces no puede pelear, y además se amotina. En un ejército regular que debe salir en campaña existe lo que se llama “el tren de suministros” que constituye la unidad más importante de todas, esa unidad está mandada generalmente por oficiales idóneos y debe estar equipada de todos los implementos requeridos para atender las necesidades de las tropas, en el sitio y en el momento que sean oportunos. Donde sea posible se utiliza una columna de carretas tiradas por mulas o caballos siempre que el desplazamiento se haga por terrenos transitables. De no ser así, entonces se utilizan numerosas bestias de carga(caballos, bueyes, burros o mulas) que son a su vez guiadas por personal especializado en esas tareas. Y esas bestias deben también ser cuidadas, alimentadas y descansadas de acuerdo a una programación reglamentaria. De lo contrario se inutilizarían muy rápidamente. Se duda mucho que la división que partió desde Choroní hubiese llevado algo parecido a un tren de suministros, o al menos algunas mulas o burros para llevar las municiones de reserva y acaso algunos fusiles adicionales.
Cuando se nos habla de una tropa en campaña, nos imaginamos un conjunto de hombres bien disciplinados, organizados y encuadrados meticulosamente en pequeñas, medianas y grandes unidades, con oficiales de todo nivel al frente de ellas. Las órdenes son transmitidas en forma precisa y son por lo general obedecidas también en forma precisa . Cada individuo porta correctamente su uniforme, su correaje, su arma de reglamento, su cantimplora y su morral particular. El morral es un implemento del que no se puede prescindir en una marcha. Allí el soldado lleva sus cosas más necesarias para sobrevir. Posiblemente una humilde muda de ropa, unas medias y algunos útiles de aseo (jabon, cepillo, peine etc.) Y lo más importante para él- si es que se la entregan- una ración de comida. El morral es generalmente pesado y fastidioso, el soldado preferiría no llevarlo en la espalda, por lo cual se le aconseja no sobrecargarlo con "cachivaches" adicionales. Algunos soldados, cuando la marcha se prolonga,comienzan a descartar objetos tirándolos a las orillas del camino.
Resulta difícil pues imaginar que esta tropa de la División del Centro,reflejando las estrecheces económicas del Libertador en la preparación de toda la campaña, hubiesen sido dotadas de uniformes, correajes, y morrales individuales. Si acaso un sombrero de "cogollo" y un “macuto” terciado podrían ser las únicas señales distintivas de la uniformidad militar. Ni siquiera los oficiales llevaban uniforme, aunque se les solía reconocer por gritar demasiado,llevar una espada terciada y unas patillotas que les llegaban hasta la cintura(**).
No se debe pensar que eso de andar mal uniformado y andrajoso era característica de los arruinados patriotas solamente. Los realistas también arrastraban las mismas deficiencias. Inclusive las orgullosas y arrogantes tropas europeas, en pocas semanas gastaban las dos mudas de uniformes traídos de España para luego tener que conformarse con blusas y pantalones mal confeccionados con paño burdo (***), y las muy plebeyas alpargatas “made in Calabozo”.
Un asunto muy importante dentro de la tropa que marcha es el cuidado de los pies. Los ejércitos organizados dotan de buenas botas a los soldados, garantizando con esto la disponibilidad del personal. Botas apretadas inutilizan muy pronto al combatiente y lo convierten en una baja. En marchas largas, por terrenos pantanosos o pedregosos, las botas asignadas duran poco –aún siendo de muy buena calidad. Una marcha de digamos 5 días consecutivos puede desgastar fácilmente un par de buenas botas. Imaginemos la marcha de la Division del Centro, que duró 27 días a través de territorio casi intransitable. Considerando que las botas de campaña hán sido siempre un artículo muy costoso, algunas veces se solían entregar alpargatas, que a pesar de durar mucho menos que las botas y de ofrecer menos protección a los pies del soldado,inflaban mucho menos las partidas presupuestarias. No se sabe si eran alpargatas las que calzaban los soldados de la divisón de Mac Gregor. Si alguien calzaba botas, eran posiblemente los oficiales y de éstos algunos, los que podían comprarlas ellos mismos. Otros acudían a sus nobles alpargatas como soldado al fin. Es probable que una gran mayoría de los integrantes de la división hubiesen marchado descalzos por no poseer ni botas ni alpargatas. Caminar casi 200 leguas( unos 900 Km.aprx.) a pié descalzo desde Choroní a Cabrutica es la mayor de todas las hazañas. ¡Que porfiada y recia nos estaba resultando la División del Centro!

(*)En el ejército inglés que era de los más avanzados de la época, se requerían 21 pasos para cargar y disparar un mosquete en los dias de Waterloo. El fusilero debía aprendérselos de memoria y ejecutarlos coordinadamente con sus demás compañeros.Al final, cuando todo estaba completado, esperaban la órden del fuego del capitán. El que lo hiciera retardado, sufría sanción por lacio. Y el que se adelantara peor aún, por malograr a un compañero.

(**)Las patillas de Mac Gregor pesaban como cinco kilos, 20gramos más que las de Bermúdez. Soublette no tenía problemas porque era lampiño de la cabeza a los pies.

(***) La vestimenta de la tropa era un problema grande. Las prendas que se distribuían a los soldados distaban mucho de llamarse "uniformes".Para tener una idea aproximada de como era la columna patriota de Mac Gregor en esos días, imaginémos la figura de unos 600 "Juan Bimbas" (como se les representa) vestidos casi de la misma manera,sucios, hambrientos, agotados, marchando muy lentamente, en formación y armados de fusil con bayoneta, que transportan en forma descuidada. Su única uniformidad consistía en parecer todos iguales en su miserable aspecto.Con tan escasa marcialidad, más que soldados de una causa, parecían más bien una bandada de facinerosos o una procesión de herejes poco antes de la quemazón. Una camisa y un pantalón confecccionados con áspera lona de barco,o de zaraza burda,o de cotonía becerrera en los mejores casos. La talla era única y casi nunca respetaba las medidas del portador. El pantalón se amarraba con pabilo o cualquier otro tipo de fibra o correa de cuero sin curtir. El "morral" era una bolsa simple hecha de la misma lona, que -terciada- servía para transportar los escasos útiles personales del soldado y algunas veces para colocárselo a los caballos en la boca, cuando a los animales se les quería suministrar alguna ración de cereal en grano. Para el soldado no había ropa de recambio, era necesario conservar esa muda lo más que se pudiera. Imaginémos como sería el "tufillo" de un soldado, marchando día tras dia sin cambiarse la ropa y sin bañarse siquiera, ni afeitarse ni nada. Para cubrir la cabeza, se repartía probablemente un sombrero de esos llamados de "cogollo e' moriche" que en el llano eran baratones, parecidos entre sí y de fácil confección. Lo que sí podía cuando era necesario, dar un toque de uniformidad, era alguna cinta roja, o azul o de cualquier color que se le hacía amarrar en el cuello al soldado a manera de "pañolón" o "mascada"( como los boy scouts). Se empleaba obligatoriamente con igualdad en color y apariencia, para servir de divisa y poder distinguir quien era amigo o enemigo durante las refriegas,o reconocerse a cierta distancia. A veces se amarraban un brazalete de color (también buscando uniformidad) en la manga de la camisa, o en la cinta del sombrero.
Los oficiales no se diferenciaban mucho de las tropas en lo lastimoso de su aspecto.Posiblemente portaban una blusa de color azul,hecha con un paño de mejor calidad, con adornos en las hombreras(presillas o charreteras), sujetados con un correaje mas o menos elaborado,con hebilla y pasadores. Generalmente los oficiales portaban una espada o machete al cinto y algunos tenían botas altas (que debían comprar con su propio dinero), de lo contrario alpargatas con ellos también. Algunas veces tampoco los oficiales tenían oportunidad de bañarse, o de cambiarse su único uniforme, de lo cual se deduce que debían aparecían igual de apestosos que los soldaditos. Tal vez los generales eran diferentes en eso del aroma, porque viajaban a caballo aunque fueran de infantería, llevaban su equipaje sobre una mula y tenían uno o varios batamanes (ordenanzas) que le lavaban y cuidaban la ropa,rociándolas de vez en cuando con esencia de "pachulí".
Nota. Una cosa muy curiosa, a los ordenanzas de esos tiempos los llamaban "bastaman o bastamanes"( corrupción de la palabra inglesa "batman"). Los oficiales venezolanos (orientales) se habían copiado esa extraña costumbre imitando a los militares ingleses de Trinidad, quienes lo habían aprendido de los soldados de Wellington en aquellos tiempos de las campañas en la Península(Guerra de independencia española). O es posible que se la hubieran escuchado al mismo Mac Gregor que era escocés, y que según dicen inventaba sus propias palabras en un "español" muy particular. Fué Mac Gregor quien inventó la palabra "mavita" en lugar de pavita, refiriéndose a esa ave agorera que canta en las madrugadas y la relacionan con la mala suerte.
Es un caso similar a lo que en Venezuela llamamos "pitchear" hablando de beisbol, en lugar de decir lanzar o brindar,o "guachimán" para señalar a un vigilante privado.
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