jueves, 11 de marzo de 2010

ARMADA 66


Boves absoluto. El azote de la República.

Engreído por cu cadena de triunfos, Boves conducía su guerra particular sin reglas y sin otras limitaciones que no fueran su única voluntad. Sostener que el personaje combatía en nombre de España o de su Rey,subordinando sus decisiones a las directrices supremas de un gobierno establecido, era una falsedad total. Si acaso llegó a hacerlo alguna vez, en los comienzos, fue para aprovecharse de las circunstancias favorables y solo para eso. Por lo demás no estaba en su espíritu levantisco, reconocer ni jefes ni autoridades superiores. La suprema autoridad era él y su fuerza era la de sus propias armas. Caudillo o cacique de turbas armadas era el título que más le convenía en lugar de general o comandante de tropas convencionales. No llegó a ostentar grados militares durante su corta carrera, porque nadie se los dió. Cuando el lejano Rey de España quiso otorgarle como premio un grado de coronel, su respuesta fue tajante y despectiva: “yo produzco coroneles todos los días”.
La máxima autoridad nombrada por España en Venezuela debía ser el Capitán General. Ese cargo recaía en esos momentos,sobre el mariscal de campo don Juan Manuel de Cajigal y Niño, un militar de carrera expresamente designado para tal fin. Boves arrogante y desaforado se negò a prestarle obediencia, estaba convencido- con mucha razón- de tener todo el poder en sus manos y se percataba además de la poca fuerza que disponía el Capitán General para hacerse obedecer.

Cajigal humillado, no tuvo otra alternativa que retirarse a Puerto Cabello, otorgando que aquel se convirtiera de hecho en jefe absoluto e incontrastable.
Boves al enterarse de la retirada de Bolívar desde Caracas o Oriente, ordenó en Calabozo a su segundo Francisco Tomás Morales que procediera a efectuar una rápida persecuciòn. En Aragua de Barcelona (sobre la vía a Oriente) logra Morales (con 8000 hombres) dar alcance a los fugitivos,que reunidos en esa estratégica población se preparaban para ofrecer una enconada resistencia . Se juntaron las tropas caraqueñas llegadas con Bolívar (unos 2000 efectivos) y las orientales bajo el mando de José Francisco Bermúdez (con 1000 efectivos aproximadamente). Este último se encargó de comandar la defensa del recinto, fortificando los puntos clave de aproximación y atrincherándose sólidamente. Bolívar era partidario de presentar una defensa mòvil, sin atrincheramientos fijos; pero en última instancia prevaleció la iniciativa de Bermúdez,(éste impuso su voluntad porque no era en ese instante subordinado de Bolívar,estaba en territorio propio y pertenecía además al ejército de Oriente). Los resultados probaron ser desastrosos, las fuerzas republicanas fueron literalmente destrozadas( 17 de agosto de 1814), las pérdidas fueron inmensas, y muchos de los prisioneros al rendirse eran ejecutados en el sitio por decisión de Morales. Aquellos que se refugiaron en la iglesia del pueblo, fueron literalmente pasados a cuchillo (degollados).
Bolívar logró con pocas fuerzas retirarse hacia Barcelona. Bermúdez resistió un poco más, pero al final debió tambien retirarse casi solo para Maturin por el camino de Urica, apenas lo acompañaban en su huída, José Tadeo Monagas y un pequeño grupo de caballería.
En Maturín , Bermúdez reorganizó un contingente para repeler a los invasores, se rodeó con soldados de prestigio como Cedeño, Zaraza,Monagas, Antonio José de Sucre , Agustin Armario (entre otros) y con ese pequeño ejército pudo esta vez vencer a Morales en Maturin, (15 septiembre de 1814) haciéndolo huir en direcciòn a Urica.

El 16 de julio de 1814 entraron a Caracas las hordas victoriosas de José Tomás Boves. Fue una fecha muy triste para los patriotas de corazón, aquellos que ahora enfrentaban con deseperación y angustia la realidad presente
La entrada de Boves no fué recibida sin embargo con frialdad absoluta, como se recibe a un enemigo victorioso. Todo lo contrario. Al conocerse su aproximación por Antímano, ya en Caracas en los alrededores de Capuchinos algunas turbas desenfrenadas daban vivas al invasor y patentizaban abiertamente la inmensa alegría por su llegada. Con las consignas de ¡Viva Boves!¡Muerte a los traidores! se reproducía una vez más aquel fenómeno marcado en las acomodaticias turbas caraqueñas que tradicionalmente- cubiertas con el falso ropaje de populares- se pliegan al vencedor de turno sin importarles mucho cual sea su verdadera calaña. A rey muerto rey puesto. Apenas un año atrás habían vitoreado triunfalmente a Bolívar al término de la “Campaña Admirable”, y antes a Monteverde y previamente a Francisco de Miranda, o a Emparan o al tirano Aguirre. La gente era la misma, solo cambiaban el color de las chaquetas y los receptores de sus adulantes consignas.

Boves era de espíritu inquieto y emprendedor. Solo permaneció en Caracas por poco tiempo. Nombró a algunos de sus secuaces para que se encargaran de imponer el pánico entre los pocos patriotas reconocidos que aún permanecían en la ciudad y entre los que despertaran sospechas de tales. Lo importante para él era buscar la acción, continuar la guerra como deporte emocionante. Su personalidad – afirmaba- no tenía hechura de gobernante, preferìa la movida peligrosa, la jugada del conquistador y aventurero. La clásica figura de un “filibustero” moderno, autónomo, libre, sin Patria y sin Ley. Que gobernaran otros en su nombre, pero que a él nadie lo gobernara, ni el mismo Dios, como solía blasfemar.Regresó a Calabozo para reponerse y organizar mejor sus planes y sus fuerzas. Habiéndose desplazado el esfuerzo de la guerra hacia Oriente, pues hacia allá dirigiò Boves su atención y su presencia dejando en su camino una marcada estela de triunfos y maldades.
Ocupó simultáneamente Aragua de Barcelona, Santa Ana y San Joaquin el 11 de septiembre de 1814 degollando gente por montones, el 20 de septiembre invadió a San Mateo (oriental) degollando más gente, siguió el 22 hasta Barcelona donde continuó su sistemático festín de exterminio, ejecutado gente a machete limpio a orillas del Neverí.

Batalla de Urica. Muerte de Boves.
De Barcelona Boves marchó hasta Cumaná (16 octubre 1814) donde ordenó matar a todo hombre que encontraran desde los 14 años para arriba. Hasta que un día-muy temprano tal vez- salió para Maturin con las mismas malvadas intenciones , encontrando su destino final en la batalla de Urica. Allí murió triunfante, ese bravo español de Asturias, irreductible, altivo y obstinado, valiente y temerario, atravesado en plena lid por un lancero anónimo. El llamado “azote de la República” dejó de existir ese día 5 de diciembre de 1814.
Es interesante pensar adonde habría llegado Boves si en lugar de morir en la guerra, hubiese logrado la conquista total del territorio y consolidado su poder absoluto. ¿Se habría subordinado a las autoridades españolas y sometido a ellas su autoridad y dominio ?. Probablemente nó, porque en medio de sus conflictos nunca llegó a sentirse español ni representante de esa nación. Es más, se piensa que en lo más profundo de su alma, despreciaba a los mismos españoles. Si Boves hubiera triunfado completamente en la guerra, de seguro habría creado una república o un reino independiente para gobernarlo a su libre albedrío, sin reconocer otra soberanía que la suya propia.

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