viernes, 19 de marzo de 2010

ARMADA 72




Asamblea de Los Cayos.
Bolívar se sobrepone al tradicional “bochinche”.

En cuenta de la situación y sobre todo muy conocedor de su propia gente, el Libertador estimó conveniente crear una base de legalidad para la organización expedicionaria que él mismo promovía y también para establecer un piso jurídico al gobierno que se llegara a formar en tierra venezolana, una vez desembarcada la expedición y consolidada una firme posesión territorial. Era necesario sobre todo conservar el principio de unidad de mando.

Convocatoria de una Asamblea Plenaria.
Con esos propósitos, fué convocada una Asamblea que se reunió por vez primera en el mes de febrero de 1816.
El primer gran problema que habría de enfrentar Bolívar era la actitud egoista y revoltosa de muchos de los que lo acompañaban. Igual que en ocasiones anteriores, la integración grupal se veía severamente amenazada por las pasiones y envidias que se manifestaban constantemente,
porque surgían como malas hierbas los chismes y maledicencias,la eterna historia, los unos intrigando contra los otros. Bermúdez refleja su encono y desprecio por Piar, Montilla se indispone contra Bolívar, Mariño intenta manipular a Brión en su propio favor al tiempo que no disimula sus aspiraciones de convertirse en el jefe único de la empresa.
Bermúdez engreído por sus actuaciones pasadas, se siente superior a los demás y pretende también "a juro" que se le asigne el mando supremo. El marino Luis Aury, por el solo hecho de ser propietario de dos de las embarcaciones aspira –igual que Bermúdez- a que se le reconozca como entre los principales de la expedición.Así sucesivamente.

Se impone la jefatura de Bolívar.
Bolívar sin embargo demuestra su superioridad de carácter, y sabe como imponer legítimamente su jefatura única, al asegurarse el apoyo oportuno y hasta terminante de Luis Brión, quien en una última sesión de la asamblea establece como condición irrevocable y firme, que solamente se podrá contar con su apoyo en buques, armas , tropas y dinero si la expedición es comandada exclusivamente por Simón Bolívar.
Esta actitud de Brión resolvió la disputa. En realidad, no podría haber sido en otra forma. Conociendo el espíritu dominante de Bolívar, nadie pensaría que otro aficionado pudiera llegar a imponer su candidatura frente a él, y mucho menos que Bolívar lo hubiera permitido. Los resultados estaban sellados de antemano.Así era la personalidad de El Libertador.
Las asambleas plenarias como se les llamaba,serían un instrumento “de facto” para agregar visos de legalidad a la posición de Bolívar etiquetándolo- acomodaticiamente-como comandante nato (casi por definición). Para algo debían valer sus hazañas anteriores, su veteranía indiscutible, su ascendiente moral sobre los patriotas de su generación y ante todo aquellos triunfos admirables del año 13. Algún toque de formalidad era necesario para cubrir al menos las apariencias.Para eso servían las asambleas. De ellas emanaba la autoridad originaria y primigenia,ocupando el lugar de un "Estado" que de momento no existía formalmente.
Pero con asambleas o sin ellas la suerte estaba echada, Bolívar y solo Bolívar debía ser el jefe supremo de esa nueva intentona . Es que en realidad, la superioridad integral del Libertador se perdía de vista en su entorno, además la decisión ya estaba tomada y cualquier discusión disidente quedaba automáticamente fuera de lugar. Insistir en contrario era hasta peligroso en esas circunstancias..
Aquellos que aspiraron disputar a Bolívar la jefatura suprema terminaron en frustración y a la larga debieron aceptar –de buen grado o nó- el dictamen final. Mariño por ejemplo tuvo sus aspiraciones. Razonablemente argumentaba que él había sido el Comandante Supremo de los ejércitos orientales y que por lo tanto su preeminencia continuaba vigente. Reconocía a Bolívar no como un superior permanente sino como un igual entre pares, con quien había colaborado circunstancialmente en acciones de guerra.
Piar por su parte aspiraba también su inclusiòn en la lista de electivos. Sin embargo Manuel Carlos Piar (igual que Luis Brión, Luis Aury y otros) era considerado extranjero. Además Piar había demostrado ser un individuo de carácter difícil, extremadamente impetuoso y a veces profundamente resentido. Sus compañeros no lo aceptarían nunca en calidad de Comandante Supremo, especialmente Bermúdez quien le odiaba sinceramente por razones personales.

Bermúdez, un caso especial.
Hablando de Bermúdez, precisamente este fué uno de los que aspiró con mayor fuerza a comandar la expedición que se preparaba en Los Cayos. Sus aspiraciones tenían en realidad mucho peso; Bermúdez al frente de los orientales, fué quien combatió con extrema fiereza a los españoles el año de 1814 cuando casi nadie lo hacía. Defendió la plaza de Aragua de Barcelona y se retiró peleando a Maturin, combatió a Boves en Los Magueyes, combatió a Boves y Morales en Urica, volvió a defender a Maturin, derrotado tomó el monte y se fué a la península de Paria batallando siempre, solo y sin ayuda, en momentos que todos los demás habían abandonado el territorio, de Güiria debió pasar a Margarita y allí secundó a Arismendi en su defensa de la Isla. En lugar de entregarse a Morillo –como sí lo hizo Arismendi- prefirió por sorpresa abrirse paso entre el anillo de buques españoles que bloqueban a Porlamar y en un pequeño balandro se transladó a Curazao y en seguida a Cartagena donde continuó batallando para el gobierno local. Y le cupo la inmensa responsabilidad de defender dicha plaza fuerte ante el feroz asedio impuesto en 1816 por los expedicionarios de Morillo y las legiones de Morales (antiguas hordas de Boves). Como podemos observar, los méritos guerreros de Bermúdez fueron inmensos.Nunca dejó de pelear, no pidió ni tampoco dió cuartel. Cuando yá no pudo sostenerse por más tiempo en Cartagena, optó por retirarse a Haití donde se estaban concentrando los restos dispersos de todos los contingentes patriotas, con intenciones de continuar la lucha en otros patios. Allí encontró a Bolívar, a quien no veía desde los fragosos días aquellos de Aragua de Barcelona, donde éste lo dejó solo.
Como no pudo lograr su nominación para comandar en jefe la expedición de Los Cayos, Bermúdez entró en una de sus monumentales pataletas. Furioso era temible este corpulento individuo, de dos metros de altura y 100 kilos de peso. Como se negaba a aceptar a Bolívar como su jefe, fue necesario dejarlo en tierra evitando con esto que por su mal carácter, fuese a causar problemas posteriores .
Pocos días después, yá medio calmado, hizo gestiones ante el mismo Presidente Petión para que le fuera facilitado su translado a Venezuela. Petión le escribe al general Marión el 22 de abril de 1816: “Mi caro General: Deseando el General Bermúdez pasar cuanto antes a su patria, a fin de cooperar a libertarla del yugo realista, os suplico le ayudéis a aprovechar la primera oportunidad que se presente para trasportarse en unión de los oficiales compatiotas suyos que quieran seguirle, o sea por via de las islas vecinas de la Costa Firme, o sea por la misma Costa Firme”…

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