Miranda Precursor.
Indisciplina y desacuerdos.
La decisión de transferir personal desde el “Leander” a las goletas, no fué bien recibida por cierto. Algunos llegaron a protestar al sostener que las goletas no garantizaban la suficiente seguridad y protección para los embarcados en ellas.
Para que aceptaran la transferencia fué necesario convertir la órden en un asunto obligatorio, por razones de disciplina militar. Los que pasaron al nuevo alojamiento lo hicieron pues con disgusto y a regañadientes,murmurando de la dura decisión.
En verdad,la situación legal para las goletas era relativamente peligrosa. Sus papeles no estaban debidamente arreglados, y en esa forma podrìan ser apresadas por cualquier crucero o corsario que las decidiera interceptar. Si eso llegara a suceder, no tendrían salvación y la única alternativa que les quedaba durante su tránsito, era mantenerse muy pegadas al “Leander” y acogerse a la escasa protección que el buque mayor pudiera proveerles.
El viaje se consumía entre problemas y mas problemas. Apenas salidos de puerto, se produjo una nueva disputa. La “Bee” involuntariamente chocó por detrás al “Leander”y causándole ciertos daños, rompiendo el pequeño bote de popa y destrozando los ventanales superiores. Además quebró su propio botalón del bauprés.
El segundo jefe de la expedición, el coronel Armstrong utilizando las bocinas, le llamò la atenciòn al capitán Huddle, exigiéndole ser más cuidadoso en sus maniobras.
El capitàn Lewis quien se auto-calificaba como el “Comandante Naval” de la expedición, se disgustó mucho por la intervención del Intendente General (Armstrong) y le pidió autoritariamente que “no se metiera en lo que no le correspondía”. Armstrong replicó y se produjo un enojoso intercambio de improperios entre ambos jefes, mientras el personal subalterno observaba el “espectàculo” con mucho asombro.
Miranda como superior de ambos intervino y apoyó esta vez a Lewis, por lo que Armstrong que era un oficial muy disciplinado se disculpó ante el general y prometió formalmente no volverlo a hacer. El asunto quedó en apariencia suficientemente zanjado, sin embargo en opinión de muchos de los que observaron el altercado, el resentimiento entre ambos jefes no había desaparecído y de hecho continuaría siendo profundo e irreversible por lo que tarde o temprano tendría que volver a hacer erupción, provocado por una parte o la otra.
Dias después se observan unas velas que aparecen en el horizonte, parecería ser otro bergantìn,aunque no se puede identificar su nacionalidad por estar demasiado lejos.
Zafarrancho de combate, cada uno en su puesto preparado para entrar en combate.
Esto se repetía a cada momento.
Falsa alarma una vez mas, las velas extrañas no terminan de acercarse, parece mas bien que se alejan y con eso devuelve un poco la tranquilidad a los acosados y temerosos navegantes.
Todos abordo están nerviosos, alterados y de mal carácter.El capitán Lewis casi histérico. Miranda con cara de pocos amigos, masticando un palillo de dientes todo el tiempo y observando a lontananza con un pequeño catalejo.
Cualquier vela causa gran conmoción, se teme un encuentro con naves francesas o españolas y si esto llegase a suceder los únicos caminos disponibles serían huir a toda velocidad o combatir a muerte. Por lo que respecta al “Leander”, huìr si quisiera le resultarìa un poco complicado porque el bergantin há estado demasiado lento últimamente, lo mas seguro es que ya necesita una limpieza de casco y mejorar el estado de las emparchadas velas. Menos mal que los ingleses en el Caribe han tenido ocupados a los buques de la alianza (hispano-francesa) y no es muy comun encontrárselos en plan de combatientes en estos venturosos días.
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martes, 16 de febrero de 2010
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