sábado, 27 de febrero de 2010

ARMADA 60

El asunto de las Repúblicas
Esa costumbre de numerar las Repúblicas con definiciones ordinales, es antes que nada una iniciativa artificial(artificiosa ?) de algún historiador que seguramente encontró de mucha conveniencia este argumento. Hablar de II o III –o de V Repúblicas-parece no poseer la debida rigurosidad histórica,sobre todo si consideramos que la República de Venezuela es y há sido una sola desde su fundación en 1811. Su denominación sufrió una sola variante –y esta fué producto de la integración política dentro de Colombia(se le suele llamar impropiamente la Gran Colombia para diferenciarla de la Colombia de ahora).Se llamó Colombia por que con ese apelativo la fundó el Libertador en su debida oportunidad. El nombre de Colombia fué un homenaje de Bolívar a la memoria del Gran Almirante Cristóbal Colón, cumpliendo con ese gesto los deseos del general Francisco de Miranda, quien en sus campañas precursoras fué quien primero llegó a llamarla así y por las mismas razones. Un justo reconocimiento sin duda al marino genovés,a quien en mala hora le escamotearon su autoría, denominando América al continente que él había descubierto y que por justicia há debido bautizarse como Colombia (la Colombeia de Miranda).
Si tratamos de organizar la historia republicana aceptando con reparos la artificialidad de la forma, tendremos que la Primera República comenzaría el 5 de julio de l811 para perder vigencia en el momento de la Capitulación de San Mateo el 25 de julio de 1812. La Segunda República sería rehabilitada por Simón Bolívar a su llegada a Caracas el 8 de agosto de 1813 después de completar la Campaña Admirable. Poco después en el año aciago de 1814 la República llegó a reducirse a su mínima expresión bajo los terribles azotes de Boves y Morales. El Libertador debiò marchar al exilio y se dirigió a Cartagena nuevamente. Sin embargo la soberanía española no llegò a restaurarse en totalidad. Aún cuando los realistas dominaron casi todo el país, incluyendo la caída final de Margarita bajo el mandato de Morillo (1815), persistieron siempre focos dispersos de resistencia patriota en el territorio,que lograron mantener-técnicamente al menos- la existencia de la República.
No desapareció la llamada II República, se mantuvo sí en un limbo inestable para recuperarse de nuevo al llegar Bolivar con nuevos bríos después de la Primera Expedición de Los Cayos.
En cuanto a la III República, ésta fue hechura expresa del mismo Libertador pero sin llamársela así (III República)específicamente. En este caso sí existió una transferencia de soberanía muy bien definida de lo individual a lo colectivo.
El Congreso de Angostura decretó la unión de Venezuela, Nueva Granada(y Quito) en una entidad que se llamaría en adelante“la República de Colombia”. Tanto Venezuela como Nueva Granada y Quito pasarían en este proceso, a constituirse en departamentos de esa nueva Repùblica.

La Cuarta República.

La IV República nació de la disolución de la “Gran Colombia”. En esta oportunidad, el Departamento de Venezuela bajo los auspicios y liderazgo del general José Antonio Páez decidió separarse de la Unión y por lo tanto recuperar así su antigua autonomía polìtica.
Esa cuarta república existe desde 1830 hasta hoy, por el hecho de no haberse producido circunstancias que modificaran o interrumpieran su integridad y soberanía desde entonces. Hablar hoy de V o de VI Repúblicas es un asunto totalmente arbitrario, que no resiste el menor de los análisis, además de ser un tema vergonzosamente baladí y demagógico.

El fenómeno de las masas cambiantes (El efecto veleta)
Las masas han sido a lo largo de la historia, eminentemente impredecibles. Su comportamiento gregario se encarta dentro de fenómenos sociológicos complicados y hasta viciosos que suelen adherirse a ocasiones muy puntuales. Este es un hecho muy trajinado yá,que há sido estudiado ampliamente dentro de la llamada "psicología de las masas” por autores e investigadores de alcance universal y desde hace mucho tiempo.
Existe sin embargo una característica notable y digna de señalarse respecto a las masas venezolanas propiamente. Ellas no son impredecibles como las otras masas sino todo lo contrario. Su comportamiento peculiar es y há sido absolutamente recurrente, como una película que se proyecta una y otra vez, según lo aconseje la circunstancia política o social. Tómese esta afirmación como una teoría que necesita ser demostrada. De ser cierta, no contribuye en absoluto para ensalzar el orgullo venezolano. En lugar de ser una virtud ciudadana, es por Dios un lamentable defecto.
El fenómeno de las masas venezolanas existe y se manifiesta desde los lejanos días de nuestra historia,cuando aquella mano traviesa del Canónigo Madariaga se impuso sobre una muchedumbre tímida y expectante para excitar el “fuera, muera, no lo queremos” que logró derrumbar la voluntad indecisa del Capitán General.
Impulsos emocionales, “puntadas de cola” (como se suele decir en la Marina), en lugar de razones inteligentes y maduradas. Es un caso típico de “la fortuna ayudando a los audaces”. Fueron y son todavía,las mismas masas que seguiremos viendo tan campantes cada día del mundo, agitándose frenéticas ante la señal de cualquier advenedizo que repita con su dedo lo que una vez hizo el oportunista Madariaga.

La Primera República se perdió,no por la escuálida reacción española de Monteverde sino porque las multitudes que solo ayer sostenían las instituciones republicanas hoy vociferaban con oportunismo a favor de los realistas pescadores en río revuelto.
Pero muy pronto-otra vez- abandonan a los hispanos para aparecerse muy voluntariosos-como en una comparsa disfrazados con franelas de patriotas esta vez - recibiendo alborotados a Bolívar quien recorría el trayecto desde Antímano hasta la Plaza de Capuchinos, etapa final de su Campaña Admirable que comenzó inspirada en San Antonio del Táchira.
Después se produjo la desgraciada “Emigración a Oriente”. Caracas se quedó semi-vacía, muerta de miedo y terror, porque sus moradores importantes se fueron detrás de Bolívar para evitar caer en las fauces asesinas del depredador de turno,el inefable Boves que se acercaba en busca de lo suyo.
Pero las masas no emigraron con Bolívar, no necesitaban hacerlo; se quedaron allí para ofrecer el más alegre y fanático recibimiento a los realistas que desde el centro del país se apresuraban a llenar el vacío de poder, ofreciendo descaradamente, aguardiente, dinero, bolsas de comida, y un universo de falsas promesas.
Así pues, las masas pudieron cumplir una y otra vez su cometido peculiar y han continuado haciéndolo por siempre. Nada las hará cambiar. Apoyaron a Monteverde, a Bolívar, a Boves, una vez más a Bolívar , a Morillo, a Páez, a los Monagas, a Julián Castro, a Zamora,a Falcón, a Guzmán Blanco, a Joaquin Crespo, a Cipriano Castro, a Juan Vicente Gòmez, a López Contreras, a Medina Angarita, a Rómulo Betancourt, a Delgado Chalbaud, a Marcos Pérez Jiménez, a Larrazábal y pare usted de contar porque la lista sigue. Si ayer usaban chaquetas amarillas por pura conveniencia,hoy la usarían azul, o blanca o roja de acuerdo al viento que estuviera soplando, inundando el ambiente con lemas recién aprendidos y que para ellos realmente no significaban gran cosa.

Toda la historia nacional en cuatro líneas.
La cara de los actores podría cambiar irremediablemente, pero la galería,la fachada de la masa informe continúa siendo la misma, irreverente, vociferante y mañosa como los aguafuertes de Goya después que lo picó el alacrán.
Parece existir siempre un factor común que caracteriza a las masas, su tendencia ciega a apoyar incondicionalmente a aquél o a aquellos que sepan jugar a ganador. Ser ganador no significa poseer la razón, a veces parecería que no es necesario tenerla. Solamente basta con gritar bastante, con fuerza de arrebato,con manipulación verbal, para que su predicamento tenga aceptación . Así de simple.

Las masas como mayoría.
Se sostiene que las masas son mayoría- lo cual es un mero sofisma- no es cierto excepto para un sitio puntual,en un punto crítico y en un momento específico. Unos cuantos miles de individuos acarreados como ovejas, no pueden en justicia del término ser mayoría frente a una población pasiva de millones que no han podido-o no han querido- participar.
Se repite que las masas son “pueblo” y se agrega con aviesa intención que “la voz del pueblo es la voz de Dios”… Otro sofisma más pronunciado aún, y que es recitado cuando conviene.
Debemos pues recordar cada día,lo que significaron las masas para congraciarse con aquellos especímenes que gastaron pintura de vencedores (aunque no lo fuesen en lo mas mínimo). Aquellas enloquecidas masas que sublimaban al Hitler Redentor, al Mussolini Inmaculado, al Nasser el Mesías,a Perón el Iluminado, a Franco el Vengador, a Saddam Hussein y a los embatolados Ayatolas de la Persia petrolera. Eran pues una repetición de esas “multitudes protervas, guabinosas y capricornianas”como certeramente las llamó alguna vez Rómulo Betancourt dentro de sus urticantes expresiones.

No hay comentarios: