jueves, 25 de febrero de 2010

ARMADA 56

Fundación de una Escuela de Náutica en La Guaira.

El 21 de abril de 1811 se decretó el establecimiento de una escuela pública de náutica , bajo la dirección del alferez de fragata D.Vicente Parrado. Así escribe en 1963 el teniente Francisco Alejandro Vargas, cronista de la Marina Venezolana :“La primera Escuela Naval de Venezuela nació al calor del patriotismo de los Ilustres Forjadores de la Nacionalidad, en los prístinos dìas del movimiento revolucionario que se iniciara el 19 de abril de 1810, pues fué creada por Su Alteza la Junta Suprema de Caracas Conservadora de los Derechos de Fernando Séptimo, con el nombre de Escuela Náutica y establecida en el puerto de La Guaira el 21 de abril de 1811, bajo la Direción del Alfèrez de Fragata Don Vicente Parrado, quien a la vez ejercía las funciones de Maestro Principal, siendo segundo Maestro, el Alférez de Fragata don Pedro María Iglesia.” “Los Cursos tenían una duración de tres años y su plan de estudios estaba formado por las siguientes asignaturas: Aritmética inferior;Geometría elemental; práctica con el manejo de grafómetro y plancheta para la medición de alturas accesibles e inaccesibles, reducir los planos y ponerlos en punto mayor;.... Trigonometría Plana.......Trigonometría Esférica con resolución de todos los triángulos......Geometría,.... Cosmografía o principios de Astronomía.....Artillería de Marina, Navegación de estima y astronómica...etc..etc.”
Continúa el teniente Vargas: “ Los exámenes debían efectuarse cada seis meses y, en consecuencia, el 29 de septiembre siguiente, los Maestros Parrado e Iglesia presentaron para ser examinados ante el Comandante Militar y Político de la Plaza y ciudadanos notables, los alumnos de la clase de Aritmética don Juan Bautista Calcaño, don Manuel de Agreda y Urloa, don Luis José de Erazo , don Diego José Jugo, don Agustín García y don José Vicente Escobar, quienes acreditaron en su aplicación y buenas disposiciones las esperanzas que el naciente Poder Ejecutivo de la República había concebido al fundar el Instituto “

Los avatares de la Armada en la postrimerías de la Primera República.
La derrota de Sorondo ( marzo de 1812 ) no fué un puntillazo final para la Armada. La pérdida de una batalla no habría de significar que se perdió la guerra. Sin embargo, la capitulación aceptada por Miranda ante Monteverde creaba serias dificultades para continuarla.
Ante la proposicion primera que hacen los comisionados José de Sata y Bussy y Manuel Aldao donde reza que “el territorio aún no conquistado de las Provincias Unidas de Venezuela se entregará al ejército de la Regencia Española”, la respuesta terminante es: “la entrega será del territorio no reconquistado y las armas y municiones de guerra y demás existencias, a disposición del ejército de S:M:Católica.” Esto quiere decir que la Armada Republicana, sus buques , instalaciones y otros inventarios volverían a las manos realistas, sin mayor discusión. Además explica la decisión de las autoridades inglesas ( previa consulta del Gobernador Hodgson) para devolver el bergantín “Celoso” a los realistas de Venezuela.
Debe recordarse que Inglaterra para la fecha era aliada de España , además las Leyes de Guerra hacían obligatoria la devolución de la nave y cualquier otro efecto, a las nuevas autoridades reconocidas.

Prisión de Miranda .

El protagonismo de la dirigencia republicana se extinguió con Miranda Su discutible capitulación produjo consecuencias deplorables, tanto para la idea independentista como para los personajes que se afincaban en esa idea. Miranda –merecidamente o nó- llevó la peor parte en todo el asunto, su actuación aparentemente apresurada y claudicante ante un mínimo de contrariedad, creó en la población un profundo rechazo, creyéndolo cómplice de los hechos que restauraban el mandato español en Venezuela.
Los subordinados del generalísimo, Bolívar entre ellos bloquearon a tiempo su posibilidad de huída hacia Curazao, que evidentemente iba a producirse por La Guaira al día siguiente,a bordo de la fragata inglesa “Sapphire”al mando del capitán Haynes, enviado con ese único propósito. Ningún otro jefe revolucionario podía ser aceptado abordo-eran sus órdenes-excepto Miranda. Este intento del generalísimo resultó pues frustrado principalmente por la actitud del Gobernador Militar, el coronel Manuel María de Las Casas quien decidió arrestarlo en la madrugada mientras aquel dormía en la” Casa Guipuzcoana”, y reteniéndolo después en el Castillo de San Carlos. Este hecho fué lo que produjo su caìda en manos de las huestes realistas de Francisco Javier Cervériz que venían acercándose a La Guaira aceleradamente tratando de evitar la escapatoria de los patriotas, ignorando abiertamente el espíritu de las capitulaciones del tratado.
“Bochinche, bochinche, esta gente solo sabe hacer bochinche” dicen que fueron las palabras de Miranda al saberse perdido. Para el infortunado Precursor, el futuro estaba ahora sellado y terminaría convirtiéndose en un cruel e injusto episodio de la historia.

Bolivar y Monteverde

Monteverde mismo parece sugerir en un documento, que la prisión de Miranda fué una dramática tramoya ideada por Bolívar, Las Casas (Comandante de la Plaza) y Miguel Peña (Gobernador Polìtico) para sustraerse ellos mismos de una posible retaliación española, buscando así congraciarse con los vencedores. En el Archivo General de Indias, Caracas 437,documento No.7, en carta del 26 de agosto de 1812 enviado por Monteverde al Supremo Consejo de Regencia se puede leer: “El Comandante General del Exército de S.M.en Venezuela, pone a la consideración de V.S.el servicio hecho por don Simón Bolívar, y D. Miguel Peña y el de D. Manuel María de Las Casas en la prisión de Francisco Miranda ...etc.etc.) El documento de Monteverde es extenso pero no deja dudas sobre el comportamiento de los tres indicados personajes.
En otro párrafo de la misma carta dice: “Yo no puedo olvidar los interesantes servicios de Casas, ni el de Bolívar y Peña , y en su virtud no se han tocado sus personas,dando solamente al segundo sus pasaportes para países extranjeros; pues su influencia y conexiones podrían ser peligrosas en estas circunstancias”.

Efectivamente, tal como lo manifestaba Monteverde, ahora el protagonismo quedaría en manos del coronel Simón Bolívar, por iniciativa natural. Habiendo obtenido la autorización de Monteverde, gracias a las influyentes gestiones de don Francisco Iturbe y del marqués de Casa –León, pudo viajar a Curazao (27 de agosto 1812) a bordo de la goleta “Jesús, María y José” acompañado de los hermanos José Félix y Francisco Ribas (que por cierto eran parientes de Monteverde). Por su parte la fragata “Sapphire” como el “Celoso” mismo optaron por desacatar el “embargo” (cierre del puerto) y darse a la mar en la noche del 4 de agosto en forma sorpresiva para la vigilancia. Otro buque, la goleta inglesa“Guillermina” no había tenido igual suerte, pues resultó inutilizada a cañonazos el 31 de julio al intentar escabullirse. Ocho de sus marineros fueron rescatados oportunamente por el “Sapphire” e incorporados como parte de su dotación. En el “Sapphire” fueron transportados y desembarcados en Curazao cincuenta cajas, dieciocho baúles y tres bultos (según narra el Hermano Nectario María en su libro “La verdad sobre Miranda en la Carraca”) que fueron decomisados por la aduana de aquella colonia al considerarlo como contrabando. La mayoría de esas cajas contenían los efectos personales de Miranda.
Excepcionalmente, en el “Sapphire” pudo marcharse el brigadier Gregorio Mac Gregor , alegando su condiciòn de subdito inglés.
Monteverde escribió al gobernador John Hodgson de Curazao solicitando la devolución de los valores transportados por los fugitivos a la isla, y del “Celoso” en los siguientes términos: “Muy justamente confío en que V.E. tomará las medidas necesarias a favor de esta solicitud y que V.E. también tendrá a bien emplear vuestra autoridad para el retorno al puerto de La Guayra del bergantín Celoso, el cual, por la misma oportunidad y en la misma forma fraudulenta, fué tripulado por el Sapphire y llevado a vuestra isla, y ordenar que sea entregado a mi comisionado don Francisco de Roo y prestarle la necesaria ayuda a él para darse a la mar, el costo de lo cual, como es de Justicia, será pagado por el tesoro de S.M.C.”

El gobernador Hodgson contestó a Monteverde sobre el contenido general de su anterior solicitud, pero respecto a la devolución del bergantín manifestó lo siguiente: “Me permito hacer saber a V.E. que no me considero en libertad para dar ninguna especie de pasos en lo relativo al Celoso ni ordenar que le sea entregado a don Francisco de Roo, sin la aprobación del gobierno de S.M.”
Tiempo después, hechos los trámites reglamentarios, Hodgson recibió órdenes de su gobierno para devolverlo “ por haber pertenecido al Gobierno de S.M.C.”

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