Miranda Precursor
Espìritu de discordia entre los expedicionarios.
Las cosas malas cuando comienzan a llegar, parece ser que llegaran juntas. El nerviosismo se hace crónico y mas generalizado Todo vá de mal en peor. Los espíritus están sumamente exaltados y los expedicionarios,- tripulantes y soldados por igual- parecen vivir una pesadilla todo el tiempo observando con curiosidad que la flotilla que los conduce se comporta como si fuera un delincuente perseguido, huyendo hasta de las sombras. Y para colmo, continuaban las disputas, en esta oportunidad fué de Lewis nada menos que con el general en jefe. Resulta que el capitán de la “Bacchus”solicitó a Armstrong por escrito que le prestaran algunos hombres del “Leander”para completar su tripulaciòn que estaba falla y no tenían turnos de descanso.
Lewis protestó de nuevo por el procedimiento empleado. Manifestó airadamente que la comunicación ha debido hacerse a él como Comandante Naval y nunca a Armstrong que nada tenía que ver con los asuntos relativos al manejo de los buques. Y ya para terminar remató afirmando que no entregara ninguno de sus hombres a la goleta, porque ellos se necesitaban para el trabajo dentro de su propio buque´, donde era él el único que daba órdenes.
Miranda que ya venìa molesto y cargado por las contìnuas interferencias de Lewis, esta vez se enfrentò al capitàn y le recomendó enérgicamente que no siguiera causando problemas, porque al fin y al cabo tanto el capitán como todos los miembros de la tripulación eran sus subalternos y debían por lo tanto obedecer sus órdenes sin mayor discusión. Lo que era una verdad evidente.
El capitán Lewis era un individuo temperamental y pendenciero, en lugar de aceptar los argumentos conminatorios de Miranda y de cumplir las órdenes recibidas, se tornó mas bien altanero y arrogante. Ordena poner el buque al pairo y amenaza a viva voz de bajar su equipaje al bote del “Bacchus” que ´permanecía amadrinado en el costado del “Leander”. Varios de de los tripulantes,- comenzando por los pilotos y los contramaestres-,apelando esta vez al contenido de las “Leyes del Mar” intentan mostrar su solidaridad con Lewis,(a quien consideran su jefe natural),amenazando tambien con abandonar todos ellos el buque si aquel lo hace, colocando algunos sus baúles en la cubierta principal.
Una situación grave y delicada sin duda, una especie de extorsión clara y precisa. De ejecutarse habría sido un motín que pondría fin de una vez por todas al proyecto de Miranda. Era precisamente con la marinerìa del “Leander”con quien éste contaba para organizar las fuerzas de desembarco. Si los marineros siendo alrededor de 150 hombres optaban por abandonar la expediciòn, solamente 20 o 30 quedarìan a Miranda para cumplir con sus planes y manejar los barcos.
Lewis conocia esta realidad y de ahí su comportamiento “chantajista”y manipulador. El juego parecía haberse trancado esta vez. Miranda persistía en su posición irreversible e intolerante, Lewis tampoco daba señales de ceder.Una especie de duelo entre titanes que por lo menos servía para distraer a la tropa y la tripulación, que privadamente gozaban del espectáculo
Se intentó desesperadamente encontrar una solución al “impasse”. Miranda era el mas interesado,aún cuando mantenía las apariencias de severo e indoblegable, sugirió solapadamente a un oficial de los mas prestigiosos del grupo a intentar un acercamiento. Así y sólo por intermedio de una laboriosa mediación del teniente coronel George W. Kirkland se llegó a un acuerdo condicionado. El capitán Lewis desistió -por ahora - de retirarse y los pilotos y contramaestres volvieron a ocupar sus posiciones respectivas. Los buques pudieron reanudar su navegaciòn aparentemente en paz interior.
El mal estaba hecho yá. La disciplina militar había sido flagrantemente quebrantada y ningún correctivo o sanción se había logrado imponer, ya que no se disponìa del poder suficiente para obligar a los marinos insubordinados a que cumplieran con las disposiciones del general en jefe de la expedición. A primera vista, y a partir de ese momento, si no se suspendìa de inmediato, el proyecto estaba condenado al màs rotundo fracaso. Solo era cuestiòn de esperar. Cabe suponer que la actitud reiterada del capitán Lewis tenía como propósito precisamente eso: desbaratar el proyecto. Es probable que desde la conferencia con su hermano el comodoro Lewis en Port Au Prince, había quedado convencido de que el proyecto no debía ejecutarse.Por eso fué que no vino el "Emperor" como se había prometido.
Desde un principio casi desde su salida de Jacmel, Miranda había planificado tocar en Bonaire antes de dirigirse a la Costa Firme. Bonaire era por derecho una posesión de Holanda. Junto con Aruba , Curazao y otras colonias, formaban las llamadas en ese tiempo Indias Occidentales Holandesas. Estando Holanda bajo el dominio de la Francia napoleónica, y habiendo sido los franceses derrotados en Trafalgar, las islas se quedaron sin la debida protección de su metrópolis , por eso los ingleses procedieron a ocuparlas para ejercer allì un control de poca intensidad, pero sin anexarlas formalmente.Eran islas desiertas, pobres y sin demasiados recursos, en ese tiempo, solo útiles para contrabandear con las colonias de España. Bonaire, al encontrarse ubicada muy cerca de la Costa Firme española, era un trampolìn ideal para lanzar desde allì el ataque mirandino contra la costa de enfrente. Igualmente, y también por su cercanía podrìa utilizarse como rápido burladero en el caso hipotético de tener que salir huyendo de los españoles. Buscar refugio allí era razonable a sabiendas de que se podía contar con la supuesta protección de la Armada Británica de cuya superioridad los españoles no dudaben pues con Francia habían compartido ya su ración de plomo en la reciente experiencia de Trafalgar.
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miércoles, 17 de febrero de 2010
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